Muy a menudo, en mi experiencia, he observado que muchas personas desean aliviar su sufrimiento sin buscar comprender sus raíces. Vienen a terapia con la esperanza de encontrar un alivio rápido, como si tomaran una pastilla para enmascarar un síntoma. Sin embargo, explorar nuestra historia personal, aunque sea doloroso, es esencial para un verdadero crecimiento personal.
Imagínese al final de su vida, dándose cuenta de que no ha vivido plenamente, que se ha perdido de su propia existencia. Sería un inmenso sufrimiento, ¿no cree? Yo mismo tuve que superar heridas del pasado para reconstruirme. Por eso estoy convencido de que sumergirse en nuestra historia es una inversión para el futuro.
Todos nacemos dependientes y vulnerables. Para crecer, necesitamos amor y referencias. Pero a veces, interiorizamos las expectativas de los demás hasta el punto de perder de vista nuestra propia identidad. Nos convertimos en actores que interpretan un papel que no es el nuestro.
Cuando emprendemos un trabajo personal, nos enfrentamos a un vacío, a lo desconocido. Es una experiencia que puede dar miedo, porque cuestiona todo lo que creíamos saber de nosotros mismos. Pero este vacío es también una oportunidad para reinventarnos, para construir una vida auténtica y plena.
Al explorar nuestro pasado, liberamos la energía que dedicábamos a mantener patrones repetitivos y creencias limitantes. Esta energía recuperada nos permite mirar hacia el futuro con más confianza y vitalidad.
¿Está listo para emprender este viaje interior?